domingo, 25 de septiembre de 2011

Informaciòn



José Luis Spaltro

En forma reiterada, se menciona que el 85% de la Información Confidencial proviene de fuentes públicas, el 10% tiene origen reservado y sólo el 5% es realmente confidencial.

Esta Clasificación de Seguridad no es arbitraria: tiene su debido sustento en el análisis, que permanentemente se realiza en cada Apreciación, Estudio o simple y rutinario Informe.

 
Para ampliar el tema y no caer en las definiciones clásicas:

1. La Información es el producto final, depurado y chequeado de un proceso de búsqueda, reunión y análisis de datos, muchos de ellos aislados y a veces contradictorios entre sí.

2. Las primeras fases: búsqueda y reunión, son mecánicos -en una gran cantidad de oportunidades- y no necesariamente deben ser cumplimentados por un Profesional de la Información.

La existencia de innumerables páginas en Internet, de bases de datos públicos, análisis e informes altamente especializados, contribuyen no sólo a la rapidez de la búsqueda sino también a la previa elección del material, ya sea por sus fuentes bibliográficas o personas consultadas.

La reunión del material sigue igual modalidad, aunque en esta etapa es conveniente que alguien con conocimientos avanzados pueda seleccionar, sintetizar, recortar y simplificar la masa de datos previamente hallados (en la etapa de búsqueda).

En esta etapa, se agrupa y clasifica el material.

3. El análisis merece una mayor explicación ya que lo debe realizar un Especialista:

En esta etapa del Proceso Informativo, tiene preponderancia la experiencia y nivel cultural general y temático del Analísta. El debera resumir, en pocas líneas, todo el material acopiado, agrupado y clasificado para conformar lo que, finalmente, se denominará Información.

Deberá leer: frases, nombres, líneas y entrelíneas; comparar datos primarios (históricos) que ya han constituido la Información Básica.

Esta tarea, metódica pero no rutinaria, es el desafío constante de todo Analista de Información.

Previa a cualquier conclusión, mentalmente armará y destruirá sucesivas veces, la Pirámide en base a los datos frente a su vista y los posibles escenarios.

Esta figura, podría tener los siguientes valores:

1. En la base -amplia, de dimensiones faraónicas- las meras especulaciones (un 60% ?)

2. Más arriba, las posibilidades (un 30 ?)

3. Hacia la punta, las probabilidades (un 9% ?)

4. En el vértice: la certeza (el 1% del total especualo)


La Pirámide imaginada, tal cual tenemos la visión de las egipcias, tiene cimientos que resisten todas las fuerzas humanas y naturales posibles.

Las especualaciones son bloques infranqueables, son construidas a cada momento y frente a cualquier evento. Siempre se está construyendo una especulación y pocas veces se demuelen.


El Analista no debería guiarse por éstas, sino caería en la producción de Información poca confiable y de dudosas fuentes.

No obstante, la práctica cotidiana nos orienta, inicialmente, a elaborar una especulación.
 
La posibilidad nos acerca a la probabilidad, teniendo en cuenta una serie de argumentos válidos, factibles, que tal vez ya han sucedido y se ha comprobado su idoneidad.
 
Si es probable, puede ser corroborado, tal vez existan antecedentes y también puede ser desvirtuado o discutido, para llegar, finalmente a obtener una certeza (que no es sinónimo de Verdad).
 
Este proceso, largo en las palabras pero sintético en los hechos, es un ejercicio cotidiano para el Analista en su permanente desafío para llegar al producto final: la Información.
 
Ahora bien, la Información vive, crece y se desarrolla con nosotros; la alimentamos, la difundimos, con agregados de valor o no, la modificamos a nuestro gusto o por nuestro estado de ánimo; la damos vuelta, la convertimos en rumor o falacia, pero la Información vive con nosotros.

Para concluir:

La Información debe tener el sustento de la Seguridad en todo su proceso: desde la búsqueda de elementos aislados, la reunión de las fracciones, el análisis de la masa obtenida hasta la producción definitiva de la misma. La Confiabilidad está, inseparable, en todos los pasos detallados para darle la Credibilidad que el usuario necesita para la toma de decisiones, por simples o graves que éstas sean.
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miércoles, 21 de septiembre de 2011

Seguridad Personal



Protección de personas, una necesidad vital
Tomado de: 
www.latinoseguridad.com


Los esquemas de protección personal nunca son iguales. Antes de definir los sistemas de seguridad aplicables a una persona debe diseñársele un perfil de riesgo donde se determinarán los puntos principales:
- ¿A quién se quiere proteger?
- ¿Cuál es la gravedad de la amenaza?
- ¿Ubicación y entorno de la persona a proteger?

Precisamente el diseño comprende la combinación de los componentes del sistema, en una proporción adecuada aplicable en el punto y momento adecuado, dentro de un sinnúmero de variables. Por ejemplo, del tipo de actividad o de negocio que desempeñe, de las labores que efectúe, de la ciudad donde habita, del entorno familiar, de la actividad social, política, religiosa y étnica que cumpla, y si se trata de una persona con imagen pública o privada.

En todos estos factores indispensables a la hora de elaborar un perfil y, por consiguiente del esquema de protección, nunca se debe olvidar el ámbito de amenaza en la que se desenvuelva la persona.

El análisis de riesgos y vulnerabilidades, es un proceso continuo de connotaciones culturales, económicas y humanas, que guardan relación con la aceptabilidad pública del riesgo y el control de las incertidumbres que los grupos sociales acostumbran mediante normas de comportamiento.

Al diseñar un esquema de protección con una objetividad casi perfecta, sin sesgos de vicios y sin considerar el control absoluto de esos riesgos, se necesita tener en cuenta que una persona además de necesidades, ideas y apegos, realiza negocios, tiene una familia, se mueve en actividades sociales de acuerdo con sus afectos, aficiones y sentimientos.

Del mismo modo que tiene una imagen, una intimidad y un prestigio que deben ser protegidos de situaciones peligrosas y comprometedoras.

Por tanto, la protección debe dirigirse a ese universo con el fin de percibir la amenaza, tomar las precauciones y diseñar los esquemas de protección o las acciones de reacción necesarias para atenuar los efectos en caso de sufrir un ataque.

Percibir la amenaza personal significa crear patrones de interpretación a partir de información sensorial. Y la alerta que llegue debe tener la suficiente energía como para hacer notar su efecto o señal de peligro.

¿Qué tan fuerte debe ser la señal para ser captada? Cada circunstancia personal demanda un rango de intensidades donde se detecte la señal indicadora del cambio de sensación por percepción. El umbral absoluto o intensidad mínima para identificar el peligro en trance de convertirse en riesgo, exige una formación y un proceso mental y perceptual que ayuden a interpretar las sensaciones de temor y olfatear la posibilidad de daño.

Es muy fácil identificar las amenazas contra un bien material, que normalmente es fijo y con características de vulnerabilidad tangibles, con riesgos cuantificables, con formas de transmitir la señal de peligro mediante elementos físicos, pero a su vez ese objeto no tiene las facultades de percepción del peligro características de una persona.

El ingenio antes que el costo
En el mercado existen sensores, detectores e instrumentos que ayudan a interpretar las señales físicas a través de los sonidos, los movimientos, las fracturas, los cambios volumétricos o de temperaturas y la luminosidad, pero no existen instrumentos de este mismo orden que ayuden a interpretar las imaginaciones, las sensaciones o las percepciones cuando de personas se trata.

Por lo tanto, un análisis de riesgos diseñado para instalaciones físicas es completamente inadecuado para las personas.

La seguridad de las personas no implica necesariamente un alto costo sino la formación del personal hombre mujer de protección y la aplicación de ingenio para proteger a ese ser humano.

Los delincuentes son sutiles y constantes en la búsqueda de información de sus potenciales víctimas sobre: la manera de acceder a ellas, las medidas de protección que tienen, los niveles de alerta, sus rutinas y actividades y las oportunidades para sorprenderle.

Por naturaleza, una persona además de ser excesivamente vulnerable, asume riesgos, se moviliza -sin saberlo- por entre fanáticos de movimientos colectivos o grupos generadores de violencia; su conducta puede ser rutinaria o impredecible; puede tener hábitos seguros e inseguros; puede tener enemigos actuales y nuevos o puede dejar de ser blanco para los delincuentes.

Los hampones disponen de informantes, practican entrevistas, analizan documentos, ejercitan reconocimientos de áreas, tal y como lo hacen los terroristas que proyectan sus estrategias sobre gran parte de la sociedad, propagando la confusión, el caos y el terror.

En el planeamiento de las actividades, tanto extremistas como terroristas buscan la reafirmación de su poder, la desestabilización institucional, trabajan en la clandestinidad, cultivan la impredecibilidad con el fin de sorprender y dividir a las posibles víctimas.

Una persona puede desenvolverse en diferentes entornos y cada uno de ellos atraer amenazas diferentes. ¿Cómo podría la protección advertir oportunamente el peligro o determinar la probabilidad de un “riesgo país” o la posibilidad de la amenaza psicosocial de la agresividad? ¿Cómo podría advertir sobre una operación de acecho sin constreñirle la privacidad de un histérico? ¿Se limitaría a proteger física o instrumentalmente, o a prevenir limitando el proyecto de vida de su protegido mutilándole su libertad de movilización, de relación o de afectos?


Componentes de la seguridad

Las personas no quieren solo la seguridad de sus rutinas. El esquema de protección personal exige algo más que la defensa de los sitios, la seguridad en profundidad, la protección de los movimientos o el conductor de seguridad.

Es indispensable también la participación del protegido, de sus allegados, disponer de un ambiente apropiado con medidas de protección física. Necesita, además del software, del control de los círculos de protección, de las bases de datos, de los usos de rutas u horarios o de los escoltas inmediatos, cercanos o de cubrimiento general, de la cultura de seguridad.

También tener en cuenta el confort, la paz, y la tranquilidad que solo las puede proporcionar un alto grado de sensibilidad, un afinado hábito perceptivo, la práctica del ensueño o la relación con los seres inorgánicos.

Dejar de depender de la manipulación de instrumentos físicos para recibir señales de peligro, requiere usos, costumbres, una cultura intuitiva y de orden muy especiales. Demanda un espíritu que en medio de la violencia, de la flexibilidad y de la comodidad, facilite recibir los indicios de amenaza; una especie de “Feng Shui” en el ordenamiento de las posesiones y la organización de escenarios mentales.

Además, disponer de personal de seguridad con una formación especial, inducido y entrenado, que facilite disfrutar la vida con cierto recato, aún en circunstancias extremas. Este tipo de protegidos no se puede dar el lujo de tener pensamientos negativos.

Usualmente no es recomendable un dispositivo de seguridad demasiado evidente pues éste puede atraer el peligro. En la seguridad de personas, habrá ocasiones en donde sea necesario cambiar de hábitos, de lugar, modificar el entorno familiar y hasta la identidad. Un buen programa para advertir e informar de riesgos requiere de monitoreo, comunicaciones, sistema de alerta y advertencia, estudio de rutas, puntos críticos, santuarios y nichos.
La protección debe acomodarse a los ritmos de vida, actividades y costumbres durante las 24 horas del día y los 365 días del año. La forma de protección tiene que ajustarse a las diferentes circunstancias:


- Desplazamiento en vehículos o a pie.

- Permanencia en:

Reuniones sociales.

El hogar, la oficina, el colegio de los hijos.

Época de vacaciones, permanencia en clínica u hospitales.


Durante el cumplimiento de los esquemas de protección pueden presentarse muchos problemas. Por ejemplo los naturales cambios de ánimo o en determinadas actividades, hacen que en ocasiones el protegido no acepte de buen agrado la compañía y vigilancia del personal de protección. Valora más su intimidad que su seguridad, o confunde la previsión con la paranoia.

Esto dificulta el diseño del sistema de protección que debe ser adecuado a las circunstancias particulares de cada individuo y sus conductas, al igual que su cultura de seguridad y su capacidad de autoprotección. La protección personal no puede basarse en las estadísticas, ni en los paradigmas.

No toda la protección requiere escolta. No toda protección debe aislar al protegido como es el caso de los artistas o de los políticos. Hay enemigos invisibles y silenciosos que merodean a nuestro alrededor de manera secreta, difíciles de detectar.

La relación entre el protegido y el escolta es una relación personal que puede ser conflictiva, agradable o desagradable ya que comparten tiempo y un objetivo en común, que es la protección. Debe existir empatía para armonizar los roles protegido-protector sin que ello signifique una relación de servidumbre o de apariencia social, sino una sinergia que mejore la alerta.


Primero la previsión antes que prevención

En el fomento de la cultura de seguridad la previsión juega un papel importante: en función de los indicios percibidos y la experiencia, anticipar y adoptar medidas ante la posible ocurrencia de un hecho indeseable. ¿Se ha concientizado a todo el personal directivo, de base y contratistas?, ¿Se han desarrollado planes de interrelación con las autoridades y vecinos?, Se han organizado sistemas de búsqueda de información actualizados de los modus-operandi delincuenciales? Se han analizado las experiencias indeseables o establecido procedimientos preventivos, de protección y de preservación?

El servicio de contra-vigilancia discretamente detecta a los acechadores que buscan definir víctimas, identificar vulnerabilidades, penetrar esquemas de protección, probar la capacidad de reacción o confirmar rutinas de horario, vehículo, acompañamiento o de ruta.

Todo incidente, cuasi-incidente, acto sospechoso o inquietud, deberá investigarse y analizarse con un juicio lógico y valorativo. Es aconsejable indagar constantemente sobre conductas y vínculos de aspirantes a trabajo, empleados, amistades y el vecindario.

Especial motivo de análisis deben ser los “atractores” o elementos que llaman la atención, que puedan convocar el ansia de los antisociales o la aproximación de situaciones incidentales:
“El enemigo que tiene problemas internos
está maduro para ser conquistado”.
Sun Zi
Así como las imágenes tienden a despertar ciertos sentimientos, inversamente un sentimiento tiende a suscitar en nosotros imágenes armónicas con ese sentimiento. Actuar con integridad, despierta confianza, así como las opiniones engreídas confunden en vez de tranquilizar.

Recordemos que el temor, no es más que un “estúpido estado de ignorancia acerca de algo , y una ciega aceptación de esa ignorancia, reemplaza la razón”.

La ostentación, la agresividad, el temor, el odio, el amor, la seducción, son unos de los “atractores” más comunes que pueden determinar la elección de imágenes. Los “distractores” como, la falsa o aparente seguridad, los procesos de control innecesarios, o incidentes casi inadvertidos, requieren de cuidado y de control.

Un buen esquema de protección debe tener en cuenta todos los aspectos anteriores y considerar el grado de entrenamiento y formación para percibir la amenaza inimaginable, olfatear el peligro y la capacidad para alejarse lo más rápido del punto y momento donde no debe estar ubicado como víctima: también hay atentados invisibles o al menos silenciosos antes de tronar.

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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Piratería del asfalto


Autor:   Ernesto Santamaria
Fuente: Manual de Técnica de los Procedimientos

La denominación "piratas del asfalto" se adjudica al grupo de delincuentes fuertemente armados que se asocian para atracar Transportes de Mercaderías o Caudales en Rutas o Parajes desprotegidos o no, para sustraer la carga o la carga y el camión que lo transporta. Se caracteriza por la extrema violencia y poder de fuego de estos sujetos.

 El robo tiene como particularidad la violencia en las cosas o en las personas.

Las bandas de piratas del asfalto cumplen esos dos requisitos, por lo que es una modalidad del robo.

 Imitando el estilo de sus antecesores, estas bandas operan por cuenta propia o por encargo de empresas competidoras o aun de la propia empresa despachadora de los bienes cuando el objetivo incluye defraudar a su asegurador.

Para los aseguradores, la piratería del asfalto se ha convertido en el talón de Aquiles de un riesgo noble como el transporte, tanto respecto a la mercadería nacional como a la de importación.

Cuando el investigador esté ante un hecho de esas características, deberá tener mucho cuidado, ya que se trata de un delito muy violento, cometido en su mayoría por delincuentes profesionales, portadores de armas de gruesos calibre, con total frialdad y desprecio por la vida ajena.

La forma de tomar conocimiento de esta clase de hechos, se da mayormente de dos formas, por la denuncia del propietario del camión, quien ante la ausencia injustificada por parte de su chofer en circunstancias en que transportara mercadería o por la presentación de la víctima directamente, al ser abandonada tras el atraco.

En esta clase de delito, se suma la privación ilegal de la libertad que sufre el chofer del camión.

Cuando el conocimiento del hecho se deba a la presentación del chofer tras ser liberado, se deberá tomar la precaución de recibirle una denuncia minuciosamente tomada, debiendo constar en la misma el mínimo detalle de cómo ocurrieron los hechos.

Se deberá requerir de la víctima una descripción detallada de la fisonomía de él o los autores del hecho, resaltando su vestimenta, detalles particulares observados, y si eran a rostro descubierto, su Identi-Kit.

El armamento que portaban, su forma de hablar, su lenguaje, su comportamiento (de cada uno, a fin de determinar el líder, etc.), su violencia, nombres, apodos utilizados, como así frases o palabras que orienten al investigador sobre la identidad de los autores o el destino de la mercadería.

También se deberá preguntar al conductor cantidad de combustible que tenía el camión al momento del hecho a fin de determinar la autonomía del mismo.

Para que se pueda conjeturar ante la eventual necesidad de reposición, la existencia de estaciones de servicio existente en todas direcciones a partir del lugar donde fue abandonado el chofer. Si bien no es interés de los investigadores indagar sobre la víctima, en algunas ocasiones es necesario hacerlo, ya que no se descarta el empleado infiel que produce un auto robo.

Descartado el chofer, buscaremos bandas de igual modus operandi, coincidentes en zona, mercadería, cantidad numérica, vehículos utilizados, etc.

Para terminar, aunque sea obvio, el investigador ante la presencia de reiterados hechos delictivos mediante sistemas semejantes, deberá trazar un plano delictivo de los piratas, observando el radio donde acciona, fechas y horas, para elaborar un plan de prevención cubriendo las rutas afectadas con esta ola delictiva.

No deberá olvidar el funcionario con la calidad de delincuente que está tratando, debiendo llevar a cabo estos operativos de prevención con el personal suficiente y capacitado para responder ante un eventual enfrentamiento armado con los maleantes.

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domingo, 4 de septiembre de 2011

La indignación no basta





Fuente: Diario Rio Negro
 
A veces, un crimen salvaje –uno más– provoca tanta conmoción en la sociedad que, por algunos días, miles de personas salen a la calle para protestar por la falta de seguridad ciudadana, se acusa a la policía de negligencia, dirigentes opositores vacilan entre politizar el tema, lo que les supondría riesgos, y subrayar su resistencia a hacerlo y el gobierno pide cautela hasta que todos los hechos hayan quedado esclarecidos.

Es lo que ha sucedido a raíz del asesinato brutal de Candela Sol Rodríguez, la niña de once años que, luego de estar desaparecida durante más de una semana, fue encontrada muerta envuelta en tres bolsas de consorcio en un descampado del partido bonaerense de Hurlingham. Aunque el caso es en cierto modo atípico, ya que el padre de la víctima es un pirata del asfalto encarcelado, razón por la que se sospecha que se trataba de un ajuste de cuentas entre delincuentes profesionales con la eventual participación de narcotraficantes, no cabe duda de que ha servido para intensificar la sensación generalizada de que el país se ve frente a una ola creciente de delincuencia violenta y que hasta ahora las autoridades han resultado incapaces de frenarla.

Según el fiscal general de Morón, Federico Nieva Woodgate, ha fracasado el sistema de investigación bonaerense, lo que es dolorosamente evidente pero no nos dice mucho, ya que en ninguna parte del mundo existen sistemas investigativos tan buenos que logren prevenir crímenes horrendos como el que puso fin a la breve vida de Candela. 

Asimismo, mejorarlo para minimizar la posibilidad de que se produzcan más secuestros seguidos por asesinatos de personas indefensas, en especial de niños, en el futuro no será del todo fácil. Desde hace décadas se habla de la necesidad de reformar la Policía bonaerense, además de la Federal y las de las distintas provincias, pero los resultados de todos los intentos de eliminar sus deficiencias más notorias han sido decepcionantes, cuando no contraproducentes, ya que las purgas sucesivas que se han llevado a cabo después de producirse episodios impactantes han servido para desmoralizar a unidades policiales que se sienten bajo ataque.

 Puesto que la eficacia de las fuerzas de seguridad depende en buena medida de su relación con el resto de la comunidad, tratarlas como cómplices de los delincuentes, aun cuando en circunstancias determinadas puedan justificarse tales acusaciones, no ayuda en la lucha contra el crimen. Por cierto, acusar a la policía de compartir la responsabilidad por la muerte de Candela, como hicieron quienes participaban de una marcha de protesta en Hurlingham, sólo hace aún más difícil la búsqueda de soluciones auténticas para el gravísimo problema supuesto por el delito que, desde luego, es una de las principales preocupaciones ciudadanas.

Para los dirigentes políticos, en especial los que, como el gobernador bonaerense Daniel Scioli, son en última instancia los máximos responsables de la seguridad en sus jurisdicciones, crímenes como el de Candela plantean un desafío nada agradable. Tienen que brindar la impresión de estar tan horrorizados como cualquiera por lo ocurrido pero también les es necesario defenderse contra las críticas de quienes dicen, o insinúan, que fue consecuencia de su propia negligencia. 

La situación en que se encuentra el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner es similar. Si bien, lo mismo que sus equivalentes en todos los países del mundo, se ha acostumbrado a argüir, en base a estadísticas, que la Argentina sigue siendo un país relativamente pacífico, entiende que no le convendría que la mayoría llegara a la conclusión de que en verdad no le importa demasiado la sensación de inseguridad que en los últimos años se ha propagado por todo el territorio nacional. 

Aunque es verdad que el índice de homicidios en el conurbano bonaerense es mucho menor que el ostentado por ciudades violentísimas como Caracas y Río de Janeiro, es mayor que en la mayoría de las metrópolis sudamericanas y, a menos que el gobierno reaccione vigorosamente para hacer frente al peligro planteado por los cárteles de narcotraficantes y las actividades del crimen organizado, tanto nacional como internacional, que están haciendo sentir su presencia, nos aguardan muchos asesinatos más como el que acaba de conmover al país entero.


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