miércoles, 21 de septiembre de 2011

Seguridad Personal



Protección de personas, una necesidad vital
Tomado de: 
www.latinoseguridad.com


Los esquemas de protección personal nunca son iguales. Antes de definir los sistemas de seguridad aplicables a una persona debe diseñársele un perfil de riesgo donde se determinarán los puntos principales:
- ¿A quién se quiere proteger?
- ¿Cuál es la gravedad de la amenaza?
- ¿Ubicación y entorno de la persona a proteger?

Precisamente el diseño comprende la combinación de los componentes del sistema, en una proporción adecuada aplicable en el punto y momento adecuado, dentro de un sinnúmero de variables. Por ejemplo, del tipo de actividad o de negocio que desempeñe, de las labores que efectúe, de la ciudad donde habita, del entorno familiar, de la actividad social, política, religiosa y étnica que cumpla, y si se trata de una persona con imagen pública o privada.

En todos estos factores indispensables a la hora de elaborar un perfil y, por consiguiente del esquema de protección, nunca se debe olvidar el ámbito de amenaza en la que se desenvuelva la persona.

El análisis de riesgos y vulnerabilidades, es un proceso continuo de connotaciones culturales, económicas y humanas, que guardan relación con la aceptabilidad pública del riesgo y el control de las incertidumbres que los grupos sociales acostumbran mediante normas de comportamiento.

Al diseñar un esquema de protección con una objetividad casi perfecta, sin sesgos de vicios y sin considerar el control absoluto de esos riesgos, se necesita tener en cuenta que una persona además de necesidades, ideas y apegos, realiza negocios, tiene una familia, se mueve en actividades sociales de acuerdo con sus afectos, aficiones y sentimientos.

Del mismo modo que tiene una imagen, una intimidad y un prestigio que deben ser protegidos de situaciones peligrosas y comprometedoras.

Por tanto, la protección debe dirigirse a ese universo con el fin de percibir la amenaza, tomar las precauciones y diseñar los esquemas de protección o las acciones de reacción necesarias para atenuar los efectos en caso de sufrir un ataque.

Percibir la amenaza personal significa crear patrones de interpretación a partir de información sensorial. Y la alerta que llegue debe tener la suficiente energía como para hacer notar su efecto o señal de peligro.

¿Qué tan fuerte debe ser la señal para ser captada? Cada circunstancia personal demanda un rango de intensidades donde se detecte la señal indicadora del cambio de sensación por percepción. El umbral absoluto o intensidad mínima para identificar el peligro en trance de convertirse en riesgo, exige una formación y un proceso mental y perceptual que ayuden a interpretar las sensaciones de temor y olfatear la posibilidad de daño.

Es muy fácil identificar las amenazas contra un bien material, que normalmente es fijo y con características de vulnerabilidad tangibles, con riesgos cuantificables, con formas de transmitir la señal de peligro mediante elementos físicos, pero a su vez ese objeto no tiene las facultades de percepción del peligro características de una persona.

El ingenio antes que el costo
En el mercado existen sensores, detectores e instrumentos que ayudan a interpretar las señales físicas a través de los sonidos, los movimientos, las fracturas, los cambios volumétricos o de temperaturas y la luminosidad, pero no existen instrumentos de este mismo orden que ayuden a interpretar las imaginaciones, las sensaciones o las percepciones cuando de personas se trata.

Por lo tanto, un análisis de riesgos diseñado para instalaciones físicas es completamente inadecuado para las personas.

La seguridad de las personas no implica necesariamente un alto costo sino la formación del personal hombre mujer de protección y la aplicación de ingenio para proteger a ese ser humano.

Los delincuentes son sutiles y constantes en la búsqueda de información de sus potenciales víctimas sobre: la manera de acceder a ellas, las medidas de protección que tienen, los niveles de alerta, sus rutinas y actividades y las oportunidades para sorprenderle.

Por naturaleza, una persona además de ser excesivamente vulnerable, asume riesgos, se moviliza -sin saberlo- por entre fanáticos de movimientos colectivos o grupos generadores de violencia; su conducta puede ser rutinaria o impredecible; puede tener hábitos seguros e inseguros; puede tener enemigos actuales y nuevos o puede dejar de ser blanco para los delincuentes.

Los hampones disponen de informantes, practican entrevistas, analizan documentos, ejercitan reconocimientos de áreas, tal y como lo hacen los terroristas que proyectan sus estrategias sobre gran parte de la sociedad, propagando la confusión, el caos y el terror.

En el planeamiento de las actividades, tanto extremistas como terroristas buscan la reafirmación de su poder, la desestabilización institucional, trabajan en la clandestinidad, cultivan la impredecibilidad con el fin de sorprender y dividir a las posibles víctimas.

Una persona puede desenvolverse en diferentes entornos y cada uno de ellos atraer amenazas diferentes. ¿Cómo podría la protección advertir oportunamente el peligro o determinar la probabilidad de un “riesgo país” o la posibilidad de la amenaza psicosocial de la agresividad? ¿Cómo podría advertir sobre una operación de acecho sin constreñirle la privacidad de un histérico? ¿Se limitaría a proteger física o instrumentalmente, o a prevenir limitando el proyecto de vida de su protegido mutilándole su libertad de movilización, de relación o de afectos?


Componentes de la seguridad

Las personas no quieren solo la seguridad de sus rutinas. El esquema de protección personal exige algo más que la defensa de los sitios, la seguridad en profundidad, la protección de los movimientos o el conductor de seguridad.

Es indispensable también la participación del protegido, de sus allegados, disponer de un ambiente apropiado con medidas de protección física. Necesita, además del software, del control de los círculos de protección, de las bases de datos, de los usos de rutas u horarios o de los escoltas inmediatos, cercanos o de cubrimiento general, de la cultura de seguridad.

También tener en cuenta el confort, la paz, y la tranquilidad que solo las puede proporcionar un alto grado de sensibilidad, un afinado hábito perceptivo, la práctica del ensueño o la relación con los seres inorgánicos.

Dejar de depender de la manipulación de instrumentos físicos para recibir señales de peligro, requiere usos, costumbres, una cultura intuitiva y de orden muy especiales. Demanda un espíritu que en medio de la violencia, de la flexibilidad y de la comodidad, facilite recibir los indicios de amenaza; una especie de “Feng Shui” en el ordenamiento de las posesiones y la organización de escenarios mentales.

Además, disponer de personal de seguridad con una formación especial, inducido y entrenado, que facilite disfrutar la vida con cierto recato, aún en circunstancias extremas. Este tipo de protegidos no se puede dar el lujo de tener pensamientos negativos.

Usualmente no es recomendable un dispositivo de seguridad demasiado evidente pues éste puede atraer el peligro. En la seguridad de personas, habrá ocasiones en donde sea necesario cambiar de hábitos, de lugar, modificar el entorno familiar y hasta la identidad. Un buen programa para advertir e informar de riesgos requiere de monitoreo, comunicaciones, sistema de alerta y advertencia, estudio de rutas, puntos críticos, santuarios y nichos.
La protección debe acomodarse a los ritmos de vida, actividades y costumbres durante las 24 horas del día y los 365 días del año. La forma de protección tiene que ajustarse a las diferentes circunstancias:


- Desplazamiento en vehículos o a pie.

- Permanencia en:

Reuniones sociales.

El hogar, la oficina, el colegio de los hijos.

Época de vacaciones, permanencia en clínica u hospitales.


Durante el cumplimiento de los esquemas de protección pueden presentarse muchos problemas. Por ejemplo los naturales cambios de ánimo o en determinadas actividades, hacen que en ocasiones el protegido no acepte de buen agrado la compañía y vigilancia del personal de protección. Valora más su intimidad que su seguridad, o confunde la previsión con la paranoia.

Esto dificulta el diseño del sistema de protección que debe ser adecuado a las circunstancias particulares de cada individuo y sus conductas, al igual que su cultura de seguridad y su capacidad de autoprotección. La protección personal no puede basarse en las estadísticas, ni en los paradigmas.

No toda la protección requiere escolta. No toda protección debe aislar al protegido como es el caso de los artistas o de los políticos. Hay enemigos invisibles y silenciosos que merodean a nuestro alrededor de manera secreta, difíciles de detectar.

La relación entre el protegido y el escolta es una relación personal que puede ser conflictiva, agradable o desagradable ya que comparten tiempo y un objetivo en común, que es la protección. Debe existir empatía para armonizar los roles protegido-protector sin que ello signifique una relación de servidumbre o de apariencia social, sino una sinergia que mejore la alerta.


Primero la previsión antes que prevención

En el fomento de la cultura de seguridad la previsión juega un papel importante: en función de los indicios percibidos y la experiencia, anticipar y adoptar medidas ante la posible ocurrencia de un hecho indeseable. ¿Se ha concientizado a todo el personal directivo, de base y contratistas?, ¿Se han desarrollado planes de interrelación con las autoridades y vecinos?, Se han organizado sistemas de búsqueda de información actualizados de los modus-operandi delincuenciales? Se han analizado las experiencias indeseables o establecido procedimientos preventivos, de protección y de preservación?

El servicio de contra-vigilancia discretamente detecta a los acechadores que buscan definir víctimas, identificar vulnerabilidades, penetrar esquemas de protección, probar la capacidad de reacción o confirmar rutinas de horario, vehículo, acompañamiento o de ruta.

Todo incidente, cuasi-incidente, acto sospechoso o inquietud, deberá investigarse y analizarse con un juicio lógico y valorativo. Es aconsejable indagar constantemente sobre conductas y vínculos de aspirantes a trabajo, empleados, amistades y el vecindario.

Especial motivo de análisis deben ser los “atractores” o elementos que llaman la atención, que puedan convocar el ansia de los antisociales o la aproximación de situaciones incidentales:
“El enemigo que tiene problemas internos
está maduro para ser conquistado”.
Sun Zi
Así como las imágenes tienden a despertar ciertos sentimientos, inversamente un sentimiento tiende a suscitar en nosotros imágenes armónicas con ese sentimiento. Actuar con integridad, despierta confianza, así como las opiniones engreídas confunden en vez de tranquilizar.

Recordemos que el temor, no es más que un “estúpido estado de ignorancia acerca de algo , y una ciega aceptación de esa ignorancia, reemplaza la razón”.

La ostentación, la agresividad, el temor, el odio, el amor, la seducción, son unos de los “atractores” más comunes que pueden determinar la elección de imágenes. Los “distractores” como, la falsa o aparente seguridad, los procesos de control innecesarios, o incidentes casi inadvertidos, requieren de cuidado y de control.

Un buen esquema de protección debe tener en cuenta todos los aspectos anteriores y considerar el grado de entrenamiento y formación para percibir la amenaza inimaginable, olfatear el peligro y la capacidad para alejarse lo más rápido del punto y momento donde no debe estar ubicado como víctima: también hay atentados invisibles o al menos silenciosos antes de tronar.

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