jueves, 26 de octubre de 2017

Drones en el àrea de Seguridad






Todos sabemos lo que es un Dron, todos sabemos qué hace y para qué sirve, pero ¿Sabemos de sus limitaciones? ¿Sabemos las ventajas e inconvenientes de estos aparatos para nuestra vida privada? ¿Es realmente efectivo para el área de seguridad?
En el último tiempo, las aeronaves no tripuladas o más comúnmente denominadas Drones, ya están presentes en nuestras vidas y se han quedado definitivamente aquí. 

El uso privado de estos vehículos aéreos está bajo la misma legislación que para un Dron profesional, pero es de éste que nos ocuparemos ahora, ya que el objetivo para su utilización radica única y exclusivamente en la Seguridad.
Los Drones profesionales se pilotean de forma autónoma y tienen la posibilidad de sobrevolar a gran alcance y por varios minutos, a diferencia de los Drones comerciales, y para el objetivo del del área de Seguridad de una empresa, los Drones se dirigen a zonas que están dentro de un perímetro industrial o a un punto específico en una embarcación marítima que pueda estar en peligro. 

El objetivo de ello, es que son de gran ayuda en el lugar de una emergencia, ya que estos vehículos aéreos con capaces de cubrir extensas zonas en poco tiempo, y como lleva una cámara de video en su base, permite mantener una visión completa de lo que está sucediendo a los profesionales que se encuentran en la estación de tierra.
Un Dron profesional puede alcanzar los 120 km/h y estar en vuelo por 3 horas, muy diferente a los drones que en el comercio se venden para niños, coleccionistas o fanáticos, que si bien son de verdad (no juguetes) poseen una autonomía de vuelo inferior a los 10 minutos promedio y su velocidad llega solo a los 60 km/h como máximo, descartando que sea una herramienta de ayuda  efectiva para el área de seguridad.

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La Seguridad Corporativa en companías multinacionales



Rafael Araujo Bernabé
Fuente: www.belt.es


Describir en un artículo cómo se planifica, desarrolla, estructura, gestiona, dirige o lidera la Seguridad Corporativa en una compañía multinacional es tarea harto difícil. Mi “reconocida capacidad de síntesis” hace aguas cuando me enfrento a tamaño reto. 

Así que voy a intentar dar unas pinceladas sobre aquellas cuestiones que, desde mi experiencia profesional de 14 años dirigiendo la función de seguridad en una compañía con presencia en 40 países, considero son más importantes o pueden ayudar a algún departamento de Seguridad.

La primera cuestión a tener en cuenta es definir qué parte de la seguridad maneja el área de Seguridad Corporativa. 

La seguridad es un todo distribuido en varias partes dirigidas por áreas diferentes según el modelo que haya establecido la organización. A veces están coordinadas en un comité, otras veces se encuentran bajo un mismo paraguas organizativo y, en otros casos, interactúan a demanda de las unidades de negocio.

No voy a entrar en ese espinoso asunto; lo que tengo claro es que si una organización quiere tener eficazmente protegidos sus activos (personas, bienes, información, conocimiento, etc.), no se pueden dejar zonas grises a la hora de gestionar los riesgos.

 Si diferentes áreas gestionan distintos riesgos de forma parcial, sin utilizar los mismos criterios, las brechas de seguridad estarán cantadas y más tarde o temprano comenzarán a aparecer.

Intereses contrapuestos

La segunda cuestión a tratar es el error de concebir la seguridad corporativa, en mi opinión, como un área diferente del restocon funciones más o menos definidas, una estructura que sirva a los intereses del director, o en el mejor de los casos de la función, y que pone el foco final en el cumplimiento estricto de los objetivos de seguridad.

Me explico: la primera misión, meta, objetivo, o como queramos llamarlo, de seguridad es contribuir a la estrategia, meta u objetivo general de la compañía.

Esta última tiene como fin fundamental a su cliente, por lo que la seguridad corporativa deberá adaptarse a las necesidades de los diferentes negocios para que, cumpliendo con su función, contribuya de la mejor forma posible a esa misión.

En otras palabras: una empresa que vende un producto determinado debe estar acompañada por la seguridad corporativa para que pueda venderlo en el mayor número de países posible con las mayores garantías de seguridad para sus empleados e instalaciones.

Esto que acabo de intentar explicar, aunque pudiera parecer fácil, en realidad no lo es. Con frecuencia nos vamos a encontrar con intereses contrapuestos, normalmente económicos, en los que el director o gerente de Seguridad de determinado país va a tener que trabajar de forma muy cercana con el responsable de negocio para alcanzar los acuerdos mínimos que satisfagan a las partes, de forma que la empresa pueda realizar su cometido con garantías de seguridad.

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martes, 24 de octubre de 2017

Mitad y Mitad




José Luis Spaltro

Despúes de un hecho violento, en que los medios desmenuzan lo poco que va quedando y a veces pasando por alto el hecho en sí mismo, la mitad de sociedad  -golpeada, dolorida y aterrada-  sale a reclamar mano dura, mayor (y mejor Seguridad), menos tolerancia y en definitiva la tan manoseada pena capital.

La otra mitad, con una presencia constante en los medios y los actos oficiales - muchas veces rentada- sale a defender con argumentos garantistas, la plena vigencia de los Derechos Humanos.

La primera mitad tiene razón y la segunda, también.

Que exista una legislación severa y que las Instituciones responsables de su cumplimiento se ajusten al derecho, creo que todos estamos de acuerdo.
No obstante, de aplicarse una mayor severidad, habría una mitad de jueces que argumentaría la inconstitucionalidad de la medida y la otra mitad, por cuestiones éticas o de conciencia, tampoco la aplicaría.

También existiría una mitad de ambos que solicitaría licencia por cansancio moral; presión de los medios o del Poder.

La mitad de los fiscales,jueces y camaristas estiraría las decisiones hasta el límite fijado por los Códigos y finalmente, se dejaría todo sin efecto por que el primer interventor  (un Agente de Policía con 2 días de calle)  no le leyó, al presunto autor,  sus derechos o por que en la Comisaría tipearon, erroneamente el segundo nombre del que luego se confirmaría que no es tan presunto.

A la par, movileros de canales de televisión y radios  -mitad oficialistas y mitad opositores-  en su afán de primicias, entrevistarán a la madre de la víctima (que inexorablemente pedirá la pena de muerte) mientras que otra mitad, entrevistará a la madre del victimario (que inexorablemente negará los hechos).

Hasta el cansancio, escucharemos a políticos de la oposición resaltando que ellos presentaron varios proyectos para endurecer las Leyes (los cuales están cajoneados en el Congreso por el oficialismo) mientras que desde el oficialismo y su multimedios de propaganda, escucharemos algo vinculado a la sensación de inseguridad ilustrado con gráficos (elaborados por el cuestionado Instituto de Estadísticas) donde nos indicarán, que histórica y estadísticamente, sólo se registra un muerto por cada 389 millones de hechos y que por lo general, el que se muere, es por causas naturales.



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lunes, 23 de octubre de 2017

Efecto CSI: el impacto de las series de ficción a la hora de analizar un caso criminal real


Autora: Laura Quiñones Urquiza
Publicado en el diario La Naciòn ( 23 OCT 2017)

Los crímenes que más hondo calan en la opinión pública despiertan, como parte de la discusión, un especial interés por las cuestiones investigativas. Peritajes, autopsias, estudios psicológicos y psiquiátricos. Rastros, huellas, ADN... Todo eso pasa a formar parte de las discusiones. Y, para muchos, la terminología y las cuestiones relativas a la criminalística no son algo absolutamente desconocido. Las opiniones de los especialistas están al alcance de todos. Pero también lo están las de los "expertos" de ficción. Con todo ese "saber" a la mano, la línea divisoria entre realidad y guión se convierte en peligrosamente fina.
Se conoce como "efecto CSI" al impacto que las series de ficción han causado en la audiencia; enfoca hasta qué punto la espectacularidad y la celeridad de la ficción han influido en la percepción del público al explicarle cómo se desarrolla supuestamente una investigación criminal.
En situaciones de juicios por jurados, como los que ya se realizan en el país por casos graves -violaciones, homicidios, cibercrímenes-, se busca develar si las personas conservan la voluntad de aprender estos nuevos conocimientos para ser objetivos a la hora de valorar evidencia empírica, corroborada y fehaciente que le presentará cada especialista en un caso real, en una investigación criminal de verdad.
En algunos países, durante las audiencias de selección de jurados, fiscales y abogados defensores preguntan a los posibles miembros de qué tipo de series, películas o libros son fanáticos para identificar a quienes podrían tener una visión sesgada al juzgar las pruebas para dar un veredicto. Se evalúa, incluso, la posibilidad de excluirlos. Aquí hay juicios por jurados en Córdoba, Neuquén y, desde hace dos años, Buenos Aires. En nuestro país, el juez encargado del control del proceso debe instruir al jurado, precisamente, respecto de no dejarse influir por los medios o por opiniones ajenas.
La influencia que ha tenido este tipo de ficción es innegable. Programas como CSI han impregnado la pantalla con relatos inspirados en casos reales, pero ficcionalizados, en los que se resuelve un crimen violento con una investigación fiable en una hora y con todas las variables controladas.
En muchos países, las matrículas para estudiar ciencias forenses se han incrementado considerablemente, quizás impulsadas por el atractivo que muestran esas series, Pero a medida que se avanza en el derrotero académico la decepción y la deserción aparecen entre los alumnos con la aridez de las materias.
Las series de TV buscan entretener a su público utilizando recursos dramáticos, imágenes cuidadas de homicidios y las últimas técnicas. Muchos de estos avances son ciertos, aunque no siempre se accede a ese tipo de laboratorios ni de recursos, o el material a analizar no es suficiente o el tejido está demasiado deteriorado como para prepararlo y enviarlo al laboratorio.
Lo habitual es trabajar con datos que los especialistas procesan y que tardan en arrojar resultados. Los estudios genéticos a veces tardan hasta 20 días para condicionar las células para extracción de ADN cuando la sangre está hemolizada (glóbulos rojos deteriorados) y es imposible su extracción. También se trabaja con imágenes filmadas o fotografiadas que replican la escena de un crimen, la autopsia u otros procedimientos, provistas por los equipos intervinientes para documentar e ilustrar cada paso.

Los roles del proceso

La escena es procesada por los criminalistas. Su rol es controlar, preservar, registrar, recuperar y reconstruir la evidencia biológica que encuentren protegiendo la cadena de custodia, para poder responder los qué, dónde, cómo, quién y cuándo del caso. La operación de autopsia médico-legal y los estudios complementarios están a cargo de los médicos legistas, técnicos evisceradores, bioquímicos y otros miembros del cuerpo médico forense. Diversos especialistas serán convocados para contribuir, según el criterio del director de la investigación penal.
Cuando los cuerpos son hallados a la intemperie, la entomología forense identifica insectos y artrópodos que suelen anidar en los orificios de los cadáveres e investiga su procedencia. Los entomólogos calculan su edad y otros datos de interés para la investigación. Pero a veces una muerte es de larga data y las larvas anidaron hace pocos días, o no aparecen, evidenciando así inconsistencias. Además pueden relatarnos si presentan larvas que serían procedentes de un lugar distinto. Con eso, los márgenes de interpretación se amplían y difuminan las certezas.
Los procedimientos deben hacerse evitando contaminaciones y respetando la cadena de custodia porque puede alterarse la integridad de una investigación. Eso es una constante en las series de ficción y es un efecto positivo. Pero, del mismo modo, puede inducir a una visión sesgada en la que el jurado, en la comparación con lo que vio en TV, pueda juzgar como evidencia contundente una que es débil o ambigua, o desestimar lo que es indubitable o interpretar erróneamente la evidencia como consecuencia de expectativas distorsionadas o sobredimensionadas, basadas en la "infalibilidad" del perito ficcional.
Otro efecto es, justamente, reconocer la certeza de las ciencias forenses para resolver un hecho. En el caso real del "Fantasma de Heilbronn", en Alemania, la evidencia biológica de ADN orientó la investigación tras el rastro de una asesina en serie con 40 víctimas, aunque sin un patrón similar, en varios puntos del país. Pasado un tiempo se analizaron los hisopos que usaban las unidades criminalísticas, que provenían de una misma fábrica, y se supo que una trabajadora de la planta había contaminado una partida al estornudar sobre ellos.
Es importante que los peritos puedan contarles a los miembros del jurado popular -y a los jueces también- que la realidad forense y sus tiempos no son como los de la ficción, y hablar sobre el "efecto CSI" para evitar aberraciones jurídicas en sus veredictos. Se necesita que sean claros y concretos en sus exposiciones, que hablen para el lego, no como para una exposición académica.
La ficción no suele tomar en cuenta las variables que podrían afectar la confiabilidad de las declaraciones de los testigos de un hecho criminal o de las víctimas en las ruedas de reconocimiento. Las distorsiones muchas veces han llevado a condenar a inocentes sin más prueba que esas.
También es un error teorizar sin contar con los datos: no se deben torcer los hechos para adaptarlos a la teoría, sino que es la teoría la que debe rendirse ante los hechos.
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lunes, 2 de octubre de 2017

Robos callejeros



Los números son ciertamente preocupantes: según publica el diario La Nación, en Argentina hay 1100 robos cada 100 mil habitantes -y sólo se denuncia el 20%-, cuando el promedio latinoamericano regional es de 316.
Dentro de esa radiografía, los celulares se llevan el primer puesto en el podio, con 4764 robados por día, es decir, más de tres por minuto. En 24 horas, además, se sustraen 160 autos y 3,5 camiones.
En relación a los smartphones, el robo determina un costo anual de reposición de unidades de 750 mil millones de dólares, si se toma un costo promedio de 450 dólares por unidad. .
Mientras tanto, en relación a los automotores, el año pasado se sustrajeron entre 55 mil y 66 mil unidades, con el Volkswagen Gol llevándose el dudoso honor de ser el modelo más buscado por los ladrones.
Al momento de reducir lo robado, los desarmaderos pagan en promedio alrededor de 1000 dólares al ladrón para luego vender por 3000 las autopartes.
La piratería del asfalto, por su parte, tiene a la provincia de Buenos Aires como zona más candente: el 57% de los hechos ocurridos en todo el país tienen lugar allí y apenas el 36% llega a instancias judiciales.
En ese rincón delictual, los transportes más codiciados son los que llevan alimentos y bebidas (35%), electrodomésticos y electrónicos (26%), y ropa e indumentaria (15%).

CULTURA DEL ROBO

"Comprar lo que se sabe o se sospecha que es robado demuestra una tolerancia social frente a ese delito y explica su expansión", explica Diego Gorgal, politólogo experto en temas de seguridad. "Si en la Argentina proliferan los mercados ilegales es porque a mucha gente, con tal de pagar menos, no le importa de dónde viene lo que compra".
El Estado y las fuerzas policiales, claro, no son espectadores pasivos sino que también se convierten en cómplices. "Para mis investigaciones sobre robo de autos entrevisté a intendentes y policías. Lo que surge es que hay un contubernio entre gobiernos, policías y criminales", explica el sociólogo Matías Dewey. "Es un delito que muchas veces está asociado a la necesidad de los políticos de hacer caja"
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