lunes, 2 de octubre de 2017

Robos callejeros



Los números son ciertamente preocupantes: según publica el diario La Nación, en Argentina hay 1100 robos cada 100 mil habitantes -y sólo se denuncia el 20%-, cuando el promedio latinoamericano regional es de 316.
Dentro de esa radiografía, los celulares se llevan el primer puesto en el podio, con 4764 robados por día, es decir, más de tres por minuto. En 24 horas, además, se sustraen 160 autos y 3,5 camiones.
En relación a los smartphones, el robo determina un costo anual de reposición de unidades de 750 mil millones de dólares, si se toma un costo promedio de 450 dólares por unidad. .
Mientras tanto, en relación a los automotores, el año pasado se sustrajeron entre 55 mil y 66 mil unidades, con el Volkswagen Gol llevándose el dudoso honor de ser el modelo más buscado por los ladrones.
Al momento de reducir lo robado, los desarmaderos pagan en promedio alrededor de 1000 dólares al ladrón para luego vender por 3000 las autopartes.
La piratería del asfalto, por su parte, tiene a la provincia de Buenos Aires como zona más candente: el 57% de los hechos ocurridos en todo el país tienen lugar allí y apenas el 36% llega a instancias judiciales.
En ese rincón delictual, los transportes más codiciados son los que llevan alimentos y bebidas (35%), electrodomésticos y electrónicos (26%), y ropa e indumentaria (15%).

CULTURA DEL ROBO

"Comprar lo que se sabe o se sospecha que es robado demuestra una tolerancia social frente a ese delito y explica su expansión", explica Diego Gorgal, politólogo experto en temas de seguridad. "Si en la Argentina proliferan los mercados ilegales es porque a mucha gente, con tal de pagar menos, no le importa de dónde viene lo que compra".
El Estado y las fuerzas policiales, claro, no son espectadores pasivos sino que también se convierten en cómplices. "Para mis investigaciones sobre robo de autos entrevisté a intendentes y policías. Lo que surge es que hay un contubernio entre gobiernos, policías y criminales", explica el sociólogo Matías Dewey. "Es un delito que muchas veces está asociado a la necesidad de los políticos de hacer caja"
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