domingo, 4 de septiembre de 2011

La indignación no basta





Fuente: Diario Rio Negro
 
A veces, un crimen salvaje –uno más– provoca tanta conmoción en la sociedad que, por algunos días, miles de personas salen a la calle para protestar por la falta de seguridad ciudadana, se acusa a la policía de negligencia, dirigentes opositores vacilan entre politizar el tema, lo que les supondría riesgos, y subrayar su resistencia a hacerlo y el gobierno pide cautela hasta que todos los hechos hayan quedado esclarecidos.

Es lo que ha sucedido a raíz del asesinato brutal de Candela Sol Rodríguez, la niña de once años que, luego de estar desaparecida durante más de una semana, fue encontrada muerta envuelta en tres bolsas de consorcio en un descampado del partido bonaerense de Hurlingham. Aunque el caso es en cierto modo atípico, ya que el padre de la víctima es un pirata del asfalto encarcelado, razón por la que se sospecha que se trataba de un ajuste de cuentas entre delincuentes profesionales con la eventual participación de narcotraficantes, no cabe duda de que ha servido para intensificar la sensación generalizada de que el país se ve frente a una ola creciente de delincuencia violenta y que hasta ahora las autoridades han resultado incapaces de frenarla.

Según el fiscal general de Morón, Federico Nieva Woodgate, ha fracasado el sistema de investigación bonaerense, lo que es dolorosamente evidente pero no nos dice mucho, ya que en ninguna parte del mundo existen sistemas investigativos tan buenos que logren prevenir crímenes horrendos como el que puso fin a la breve vida de Candela. 

Asimismo, mejorarlo para minimizar la posibilidad de que se produzcan más secuestros seguidos por asesinatos de personas indefensas, en especial de niños, en el futuro no será del todo fácil. Desde hace décadas se habla de la necesidad de reformar la Policía bonaerense, además de la Federal y las de las distintas provincias, pero los resultados de todos los intentos de eliminar sus deficiencias más notorias han sido decepcionantes, cuando no contraproducentes, ya que las purgas sucesivas que se han llevado a cabo después de producirse episodios impactantes han servido para desmoralizar a unidades policiales que se sienten bajo ataque.

 Puesto que la eficacia de las fuerzas de seguridad depende en buena medida de su relación con el resto de la comunidad, tratarlas como cómplices de los delincuentes, aun cuando en circunstancias determinadas puedan justificarse tales acusaciones, no ayuda en la lucha contra el crimen. Por cierto, acusar a la policía de compartir la responsabilidad por la muerte de Candela, como hicieron quienes participaban de una marcha de protesta en Hurlingham, sólo hace aún más difícil la búsqueda de soluciones auténticas para el gravísimo problema supuesto por el delito que, desde luego, es una de las principales preocupaciones ciudadanas.

Para los dirigentes políticos, en especial los que, como el gobernador bonaerense Daniel Scioli, son en última instancia los máximos responsables de la seguridad en sus jurisdicciones, crímenes como el de Candela plantean un desafío nada agradable. Tienen que brindar la impresión de estar tan horrorizados como cualquiera por lo ocurrido pero también les es necesario defenderse contra las críticas de quienes dicen, o insinúan, que fue consecuencia de su propia negligencia. 

La situación en que se encuentra el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner es similar. Si bien, lo mismo que sus equivalentes en todos los países del mundo, se ha acostumbrado a argüir, en base a estadísticas, que la Argentina sigue siendo un país relativamente pacífico, entiende que no le convendría que la mayoría llegara a la conclusión de que en verdad no le importa demasiado la sensación de inseguridad que en los últimos años se ha propagado por todo el territorio nacional. 

Aunque es verdad que el índice de homicidios en el conurbano bonaerense es mucho menor que el ostentado por ciudades violentísimas como Caracas y Río de Janeiro, es mayor que en la mayoría de las metrópolis sudamericanas y, a menos que el gobierno reaccione vigorosamente para hacer frente al peligro planteado por los cárteles de narcotraficantes y las actividades del crimen organizado, tanto nacional como internacional, que están haciendo sentir su presencia, nos aguardan muchos asesinatos más como el que acaba de conmover al país entero.


---