Los vigiladores privados ya son un “ejército” pero casi la mitad está en negro
Mariano Gaik Aldrovandi
Clarin, 12 OCT 2018
Están del otro lado de la puerta cuando 
ingresamos a una empresa, en el estacionamiento y hasta en los partidos 
de fútbol, entre los carteles de publicidad y las tribunas. Hacen los 
cacheos en recitales, vigilan aeropuertos, countries y las esquinas de 
algunos barrios en el Conurbano desde una garita. Custodian armados y 
con chalecos la plata que se mueve en blindados pero también son el 
primer contacto cuando ingresamos en una oficina pública y no sabemos 
qué fila hacer.
 En el país, el “ejército” de la seguridad privada ya cuenta con 250 mil hombres y mujeres.
 Cerca del 70% están en Capital y la provincia de Buenos Aires. Unos 175
 mil en total. En en esas mismas jurisdicciones, las Policía de la 
Ciudad y la Bonaerense suman entre las dos alrededor de 115.000 oficiales.
 Curiosamente, la mayoría de los custodios privados se desempeñan en el sector público. Los eventos deportivos y los comercios completan el podio.
 Pero cerca del 45% está en la informalidad, según 
las estimaciones de las cámaras del sector. Esa fue una de las 
problemáticas que se abordaron en las mesas de trabajo en el VIII 
Encuentro de Seguridad Privada, organizado por las cámaras CAESBA y 
CAESI.
 “Nosotros podemos identificar dónde se vulneran las 
normativas y compartir esa información con los organismos 
correspondientes para reducir la informalidad en el sector”, fue una de 
las conclusiones del encuentro.
 No solo el trabajo en negro es una realidad, sino también las empresas truchas.
 “Hay un caso reciente de una cooperativa que tenía a su cargo la 
seguridad en un importante shopping y la dieron de baja porque no estaba
 registrada”, dijo a Clarín una fuente del sector.
Hace un año un custodio fue asesinado en Martín Coronado durante el robo a un blindado. Sólo algunos de los vigiladores están habilitados para estar armados.
 Las cámaras empresarias señalan que una de las principales 
consecuencias de la informalidad en el rubro es, justamente, la 
inseguridad. Y apuntan a que muchos casos de robos en countries están 
relacionados a este factor
 No obstante, en regla, con chalecos y armas, los custodios también son víctimas de asaltos. Como hace un año, cuando un grupo de ladrones con fusiles FAL atacó a dos vigiladores
 de un camión blindado que retiraban plata de un local de cobro de 
servicios en un supermercado de Martín Coronado (Tres de Febrero). Uno 
murió y su compañero terminó herido.
 “Algunos segmentos requieren
 el uso de armas, como la custodia de mercadería en tránsito, transporte
 de caudales y algunos objetivos puntuales a requerimiento específico de
 los clientes”, dijo a Clarín Eduardo Aberg Cobo, presidente de CAESBA (Cámara de Empresas de Seguridad de Buenos Aires) y director de la empresa Securitas.
 “La realidad es que hay una tendencia a reducir el uso de las armas 
en servicios, a efectos de que no sean blanco de los delincuentes. Las 
empresas de seguridad, en general, suelen desaconsejar fuertemente el uso de armas
 porque implicaría exponer a los clientes a un riesgo mayor e 
innecesario, que puede suplirse mediante una mayor y eficiente 
interacción con la fuerza pública y con el uso de distintas 
tecnologías”, agregó.
 De todos modos, la seguridad privada está 
vinculada por funciones y características a la Policía. Al punto que 
varias empresas fueron fundadas por ex comisarios, algo
 parecido a lo que ocurre con muchas compañías de seguros. También se da
 que algunos agentes que por distintos motivos no forman más parte de 
las fuerzas de seguridad migran al sector privado.
 La práctica 
también encuentra a la Policía y la vigilancia privada cuando ocurre un 
hecho de inseguridad. “La relación es buena y mandatoria porque la misma
 ley lo exige. Una no puede desarrollar su actividad sin el auxilio de 
la fuerza pública”, explicó Aberg Cobo
.
 Al igual que en las 
fuerzas, la mayoría de los guardias de seguridad privada son hombres. 
Los datos oficiales de las cámaras arrojan que sólo el 10% de los 
vigiladores son mujeres. Aunque destacan que ese índice se incrementa 
todos los años. “Existen segmentos de la industria que cada vez requieren más mujeres
 para la prestación de servicios de seguridad específica, como las 
aerolíneas, los supermercados o para recepciones de empresas y 
edificios”, señaló el titular de CAESBA.
 Otro de los problemas que enfrenta el sector es la relación con los 
sistemas de seguridad electrónica, que en la legislación corre por un 
carril distinto. La vinculación es permanente, por ejemplo, con los 
camiones que cuentan con seguimiento satelital pero también con escolta 
para evitar robos de piratas del asfalto.
 “La inclusión de la 
tecnología permite una mayor transparencia y eficiencia a la hora de 
brindar servicios a los clientes. Detrás de las cámaras hay un guardia 
que toma decisiones con la información que la tecnología genera. Esta 
interacción está generando nuevas oportunidades de negocios para las 
empresas y, para ello, será necesario nuevas regulaciones inclusivas que
 permitan el desarrollo nuevos modelos de servicios de seguridad 
privada”, afirmó Aberg Cobo.
Una de las novedades tecnológicas más
 llamativas son las pantallas que se ven en los halls de los edificios 
con un empleado de seguridad que mira a quienes entran y salen. Y hasta 
saludan. Todo se logra a través de cámaras monitoreadas desde una base.
“Es
 una modalidad de servicios que actualmente se ofrece a determinados 
segmentos y que claramente requiere la intervención de guardias 
habilitados de determinada tecnología como cámaras y sensores. Algunas 
empresas prestan dicho servicio de forma simple y otras lo ofrecen 
asociado a otros servicios complementarios que buscan una solución 
integrada orientada a la obtención de un resultado mucho más eficiente”,
 agregó el presidente de CAESBA
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