domingo, 28 de mayo de 2017

Piraterìa del Asfalto


Piratería del asfalto, ¿una batalla perdida?


El Dìa (La Plata, Prov. Buenos Aires)


GABRIEL MYSLER 
Ante un hecho de piratería, la pregunta que subyace es: ¿Cuál es la solución? 
Y una vez que comprendemos las opciones, la pregunta que surge es:
¿Por qué no se aplican? 
Muchas veces los problemas simples intentan resolverse de modo complejo.
La logística necesaria para robar un camión cargado de mercadería, implica vehículos de apoyo, tecnología de inhibición de las comunicaciones, logística, inteligencia previa y personas.

Es una tarea compleja. Hace falta identificar el móvil, conocer su trayectoria y contenido. Además, se debe estudiar el mapa para determinar donde conviene abordarlo, saber cuánto personal lo vigila, qué armas serán necesarias para detener y reducir al chofer y a sus acompañantes.

Hay que contar con tecnología para inhibir el localizador satelital que normalmente tiene un camión de transporte, armas para amedrentar o disparar, la logística para trasladar la mercadería, un lugar seguro para “enfriarla” o un modelo de reducción inmediata, y una red para venderla y repartir las ganancias.

En muchas empresas hay una preocupación creciente para proteger a los camiones, cuidar las rutas y actuar inmediatamente ante la sospecha o alerta de un ilícito.

Sin embargo, algunas tecnologías y soluciones para realizar estos robos son muy fáciles de encontrar para los delincuentes.
Los inhibidores de GPS y celular se compran fácilmente por Internet.

Muchas veces no se actúa rápidamente sobre las denuncias de los depósitos fijos o transitorios de mercadería robada entonces, la mercadería se reduce en la vía pública. 
Hay casos en los que, incluso señalando donde está escondida la mercadería robada que contiene señuelos ocultos, o indicando donde está el vehículo robado, no se logra celeridad por parte de la justicia para lograr un allanamiento.

En este contexto, hay una pregunta que suena con fuerza: ¿por qué no cortar la comercialización? Una máxima indica que nadie roba lo que no se puede convertir en efectivo. Muchas veces ni siquiera se roba en la calle. Se roba en los depósitos y la mercadería sale en los transportes aparentemente legales. Por eso surge otra cuestión: ¿dónde se venden esos productos de procedencia ilegal?

Quien comercializa mercadería robada debería ser solidariamente responsable con el robo y la violencia que genera. 
La tecnología permite proteger los transportes y la mercadería, pero si no se persigue la comercialización y si no se utilizan más herramientas de cyber-investigación para identificar y eliminar la cadena de comercialización por Internet, los esfuerzos podrán ser muchos, pero los resultados seguirán siendo pobres.

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